El telégrafo del Buque Tanque “Cutral co”.
Mi nombre es Gonzalo Alvaro Vicent y soy el hijo de quien fuera el Capitán de
Ultramar Eduardo A. Vicent (1926-1980) que estuvo a bordo de los barcos de la
flota de YPF durante las décadas del 50 y 60.
La idea del sitio comenzó hace tres años tras un ejercicio de memoria entre mi
hermano tres años y medio mayor que yo y el suscripto, el mismo consistía en
quién recordaba la mayor cantidad de buques posible que pertenecieron a la
flota en la década del 60. No obstante, a pesar del tiempo transcurrido
llegamos a registrar entre 20 y 25 barcos.
Él que contaba no cabe duda con una memoria prodigiosa recordaba haber visto
inscripto en el telégrafo del puente del “Cutral co”
el nombre del astillero holandés “Verolme”. Ese fue quizás el punto de partida de
nuestra historia.
Le propuse inmediatamente la idea del sitio en la red, tarea a la cual nos
abocamos, en un principio él me alcanzaría los primeros datos que por
aquellos tiempos había recabado de la flota y yo me encargaría de rastrear
en el exterior la historia de la misma.
Rescatar la memoria de la flota de YPF nos pareció una idea central y medular para
tener en cuenta. En ese momento no había ningún trabajo sobre flotas
petroleras en la red. No con cierto estupor nos percatamos que en Argentina la
tarea que nos habíamos propuesto resultaría trabajo sino infructuoso,
difícil.
Nos conectamos con gente del astillero “Verolme” en Holanda a través de
Internet, para nuestra sorpresa nada o casi nada sabían del “Cutral co”.
Lo único es que el astillero donde se realizó la construcción había sido
tomado ni bien comenzada la década del 60 por el astillero “Van der Giessen”.
A pesar de la decepción y al no encontrar nada en Argentina del “Cutral co”
redoblamos esfuerzos para seguir adelante porque la memoria de la flota se
convirtió en un acicate para nosotros, lejos de bajar los brazos.
Curiosamente nos hemos conectado en el exterior, incluso con hijos de tripulantes de los
barcos que antes de pertenecer a YPF desarrollaban sus tareas en otras flotas,
cabe mencionar por ejemplo a Daniel Schroeder. Con quien intercambiamos
correspondencia, cuyo padre trabajó como foguista en el “Frank Dale”
luego “Caleta Olivia”, él mismo me facilitó una serie de datos del
“Caleta Córdova” y “Caleta Olivia” que yo ignoraba.
La búsqueda se realizó exhaustivamente con cada unidad de la flota e inclusive
todos los datos por nimios que parezcan fueron debidamente compulsados con
todas las fuentes a las que se tuvo acceso. Nuestra base de datos con mas de
6.000 datos fue corroborada en varias oportunidades, nada quedó al azar,
número por número incluyendo los correspondientes a matrículas o al Lloyd’s Register.
Diseñamos nuestra grilla con escasísimos datos y conforme fue pasando el tiempo fuimos
incrementando su estructura, hoy en día la seguimos actualizando casi en
forma cotidiana. Las fotografías muy difíciles de conseguir fueron
scanneadas personalmente y tenemos disponibles para quien lo solicite vía
mail, altas resoluciones de las mismas.
Acorde con el tiempo, aquello que comenzó casi como una broma con el telégrafo del
“Cutral co”, fue elevando su obsesión hasta cristalizarse en lo que hoy
de manera incompleta es la página de la flota de YPF.
Este buque más que cualquier otro guarda en nuestros corazones un lugar especial,
no solamente al ser mi padre durante un período largo su capitán, además
siendo muy chicos, sino por ser el barco en el cual mas tiempo estuvimos a
bordo.
Por otro lado mucha pena nos causó su abrupto final, es mas guardamos pedazos de
sus pistones recuperados luego de la explosión, en tiempos que mi padre se
desempeñaba como Jefe de Suministros de la flota.
Los palos del “Islas Orcadas” que tanto me llamaron la atención siendo yo
realmente muy chico, permanecen inalterables en mis retinas hasta hoy que los
rescato gracias a este trabajo, así como los camarotes del “Ministro Frers”,
las comodidades del “General Pueyrredón”, “General Las Heras”,
“San Jorge” y tantos otros en los que mi padre fue oficial de cubierta.
Quiero destacar humildemente a las familias de las víctimas de los desconocidos que
perecieron en los accidentes de la flota, a mi hermano Eduardo M. Vicent que falleció a muy
temprana edad hace apenas algo más de cuatro años, a mi padre que imprimió en
mí estos recuerdos en forma indeleble y a mi amigo personal Víctor Viera que
es la segunda pata del presente trabajo.